Los ciudadanos chinos aprovecharon los momentos más duros de la crisis, unidos a un cierto cambio generacional en la hostelería española, para quedarse muchos bares tradicionales del centro o los barrios populares de las ciudades. Ahora, con ese mercado repuntando y los precios recuperándose, se fijan en otros modelos de negocio, pero siempre escogen los que van abandonando los españoles y, por tanto, a precios de oportunidad.
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