Que Shakira visite Barcelona favorece la imagen de la ciudad. Que ruede en sus playas su último videoclip también. Pero que circule por el paseo marítimo en una Harley sin casco y que se ponga a bailar, transistor en mano, en una fuente pública e incluso incite a cuantos la reconocían a hacer como ella no ha sido del agrado de la Administración municipal. El Ayuntamiento, consciente del agravio que se podría producir respecto al resto de ciudadanos de a pie, acaba de proponer sancionar "a los responsables comerciales correspondientes".
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