Daniel Calahorro, más allá de pagar los 90,15 euros de multa que le impuso la Guardia Urbana la semana pasada por tirar una colilla al suelo, puede consolarse con el refrán de «mal de muchos consuelo de tontos». Lo suyo no fue mala suerte ni está solo en su cabreo. El Ayuntamiento de Barcelona ha impuesto en lo que va de año un total de 212 sanciones vinculadas a la extendida práctica de tirar al suelo las colillas.
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