"Después de gastarse unos cuatro mil euros en un arquitecto para presentar, obligado por el Excmo. Ayuntamiento, un proyecto de reforma de su bar, no por deficiencias en las salidas de incendios ni de humo, que eso lo tiene todo en regla, sino de la construcción de un imposible cuarto con ducha para cambiarse los empleados —teniendo en cuenta que el local no tiene más de cuarenta metros cuadrados, y trabajan en él el propio Miguel y su mujer—, le han tirado el proyecto; eso sí, después de cobrarle las multas correspondientes y las tasas"
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