Milicias iraquíes se infiltran en internet para cazar a sus presas. Sentado en el suelo, vistiendo ropas tradicionales islámicas y manejando un viejo notebook, Abu Hamizi, de 22 años, pasa al menos seis horas diarias buscando en chats de webs gais. No busca nuevos amigos, sino localizar víctimas.
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