Parecía que si una cosa tenían clara los reguladores y políticos del mundo civilizado, era que no nos podíamos permitir tener instituciones financieras tan gigantescas que fueran demasiado grandes para caer que tengan que ser rescatadas si o si, porque sino la caída de una de ellas se lleva por delante todo el sistema financiero. Algo más de dos años después del inicio del credit crunch, parece que estamos algo más lejos de reducir este potencial riesgo
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