El hombre pretendía acceder al bar con el animal suelto, por lo que los encargados le pidieron que lo atase fuera, para que no molestase a los clientes. Finalmente, optaron por llamar a la Policía. Lejos de amedrentarse, el dueño del perro empezó a azuzarlo contra los agentes para que le dejasen. Tuvieron que reducirlo, mientras que el lacero se hacía cargo del rottweiler. El arrestado contaba con catorce detenciones anteriores por atentado, maltrato y abandono de animales.
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