Unos diez millones de alemanes viven en ciudades prácticamente insolventes. A pesar de que Merkel ha impuesto la disciplina presupuestaria y el superávit en las cuentas federales, los Länder y los Ayuntamientos no se dejan meter en cintura y Alemania mantiene una deuda del 81% de su PIB. La canciller alemana no consigue que se apliquen sus recetas en casa, sobre todo en aquellos municipios más afectados por la crisis.
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