En 1890, un comercial farmaceútico, que deseaba que cada clase de ave encontrada en las obras de Shakespeare viviese en los EEUU, liberó a 60 estorninos en el Central Park neoyorquino. Tras unos años recluídos bajo el alero del Museo Americano de Historia Natural, pasaron de ser una fantasía poética a una mayoría amenazante: en la actualidad hay más de 200 millones de estas aves en Norteamerica, donde medran a expensas de otras aves como los azulejos y los pájaros carpinteros, comen una enorme cantidad de grano y en ocasiones derriban aviones.
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