Con capacidad para 70 personas en el interior, cabina de disc-jockey, amplias barras y terraza exterior, este DC-7 se convirtió en un local de moda para la gente que veraneaba en la zona. Dice la leyenda que un día James Brown entró buscando a Bruno Lomás, lo que nadie sabe es si se encontraron. Durante los años 80 fue un punto de encuentro entre los jóvenes madrileños que veraneaban en la zona y los valencianos que se trasladaban hasta la zona buscando otros ambientes diferentes a la Ruta destroyer que se desarrollaba en el sur de Valencia.
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