Hace unas semanas la empresa pública de transporte de la localidad californiana de Long Beach ha firmado un acuerdo con el fabricante chino BYD valorado en 12 millones de dólares que ha levantado más polémica de la esperada. Según los detractores, es absurdo apostar esa cantidad de dinero en una empresa que sistemáticamente ha incumplido las fechas de llegada de sus productos y que además no producirá ni un solo elemento de dicho autobús dentro de territorio norteamericano.
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