Los crímenes de Olot en que murieron dos trabajadores de una sucursal y el ataque con arma blanca sufrido por tres trabajadores de una entidad financiera de Gandia (Valencia) continúan presentes en las mentes de muchos de los asalariados de bancos y cajas. Y es que a menudo tienen que hacer frente a insultos, acosos, agresiones y persecuciones por parte de clientes descontentos o desesperados por los cauces que está tomando la actual crisis económica.
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