En abril de 1303, uno de los robos más audaces de la historia de Inglaterra tuvo lugar entre los muros de la Abadía de Westminster. Unos ladrones irrumpieron en la tesorería del guardarropa del rey Eduardo I y se llevaron casi un año de ingresos fiscales recaudados en todo el Reino de Inglaterra. En aquel momento, el rey y la mayoría de sus tropas estaban en guerra en Escocia, por lo que las arcas reales parecían seguras, pero eran vulnerables.
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