La pregunta es importante y tampoco es fácil encontrar historias valientes, en las que el miedo no sea lo más importante. Quizás por eso hoy estamos en el ICO (Instituto de Crédito Oficial), un banco público donde encontramos a Ana, que ya tiene una antigüedad. Entró a trabajar en 2003 como personal laboral y hoy, catorce años después, cuenta que su empresa, considerada como la Agencia Financiera del Estado, le adeuda 10.000 euros porque desde 2014 no se le paga el dinero que le corresponde por su nueva categoría profesional.
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