Procura no salir sola a la calle. Los pandilleros del barrio se la tienen jurada. Me han pegado tantas palizas que ya no siento el dolor, confiesa Laura (nombre ficticio). La joven, de origen ruso, se expresa con una frialdad impropia de su edad. Tiene solo 16 años, pero mucha calle a la espalda. Hace dos, conoció en el instituto a chicos sudamericanos que la arrastraron al submundo de las bandas...
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