Hace dos años, dos tipos armados entraron en la casa donde trabajábamos, me inmovilizaron a mí y a dos amigos y se llevaron todos los ordenadores y los móviles. Quedamos a su poder, en pánico, y después incomunicados. Entré en un estado de fobia y de paranoia. Salí de la casa donde trabajaba y nunca más volví a sentirme tranquila en Río de Janeiro”.
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