Dentro de la helioesfera los tonos captados por la Voyager eran bajos, no superaban los 300 Hz, algo típico de las ondas de plasma provenientes de nuestra lejana estrella. Pero algo hizo sobresaltarse a los responsables de la vieja sonda hace unos pocos meses, un pico de entre 2-3 kHz señalaba que el viajero había cruzado una frontera. El denso gas del medio interestelar se muestra en estas frecuencias, y ningún humano había escuchado este sonido con anterioridad.
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