Lo llaman aguardo del lobo ibérico. Consiste en hacer noche en el campo, escopeta en mano, a la espera de que uno de estos animales aparezca de madrugada para pegarle un tiro. Antes de apretar el gatillo, el comprador debe haber ingresado una reserva de unos 2.000 euros. Una vez muerto el lobo, para que el cazador pueda llevarse el “trofeo”, debe abonar el resto del dinero. En la mayoría de los casos son otros 1.500 euros (llegando incluso a 2.000) que algunas de las compañías que gestionan este tipo de prácticas exigen que sea en metálico.
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