"Esa noche yo estaba chequeando las observaciones desde un velero, navegando entre Barcelona y L'Ametlla de Mar, en Tarragona", relata. "Por suerte estaba a dos millas de la costa, donde todavía hay cobertura". El software había detectado un posible objeto de interés, que se movía bastante rápido. "Normalmente te planteas si es real, si es un avión o alguna cosa rara, pero viendo el movimiento aparente me pareció interes". Acto seguido se comunicó por Skype con el técnico que supervisa las operaciones desde el observatorio.
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