La modernidad llegó a Murcia, y a España, en la década de los 60 con el aperturismo que permitió el régimen franquista. De este modo comenzó un desarrollismo urbanístico que pretendía modernizar las ciudades. Sin sensibilidad histórica ninguna, se taparon ruinas arqueológicas con cemento o se destruyeron con nocturnidad y alevosía, por temor a ver paralizados los proyectos urbanísticos. De este modo cayeron en toda la ciudad: casas solariegas, blasonados, palacios, ventas, torres, algún castillo y ni hablar de lo acontecido en el litoral.
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