Es una situación muy común. Recibes, sin saber muy bien desde dónde, publicidad que nunca has pedido que te envíen. Un mensaje de texto, una llamada de teléfono ofreciendo un producto a unas horas intempestivas o un bombardeo de correos electrónicos que con mayor o menor fortuna tu filtro de antispam puede bloquear. Tus datos están ahí fuera y alguien se está lucrando con ellos.
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