Corría el año 2006 y pasar euros a determinadas divisas era hacer de la plata el oro. Los bajos intereses y el cambio favorable fueron, en plena 'fiesta' inmobiliaria, una tentación irresistible. Muchos se lanzaron a firmar una hipoteca en monedas como el yen japonés o el franco suizo para ahorrar en la compra de su vivienda. Le pasó a Juana, que suscribió en 2007 una hipoteca de 390.000 euros que se tradujo en 63 millones de yenes con una mensualidad de 1.500 euros por un casoplón. Hoy debe 650.000 euros.
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