Podría haber sido cosa de Rossellini o Satyahit Ray, pero era el barrio de Watts en Los Angeles y la película la rodó un estudiante negro de UCLA. Era su proyecto de fin de estudios. Charles Burnett hizo todo. El guión, la cámara, la fotografía, la dirección, el montaje... los actores eran gente del barrio. No había grandes ambiciones, pero ahora se considera una de las 100 películas esenciales de la historia. Contar, no contaba nada, por eso contaba mucho. Era la vida, sin más, en ese barrio obrero.
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