Manuel Mena (28 años) dedicó una mañana de 2001 a buscar trabajo. Visitó varias obras de Sevilla para entregar su tarjeta profesional y ofrecerse como gruista. Empezó a las ocho y acabó a las dos. Seis horas que le sirvieron para que no le faltara empleo durante nueve años. "Estando trabajando me salían contratos nuevos con mejores sueldos. No existían gruistas suficientes para todo el trabajo que había", recuerda.
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