"A mi padre lo llevaron a la plaza del pueblo. Lo miré, estudié su cadáver lo que pude, y a María José, que era una mujer que estaba en la cuadrilla a la que también le dieron muerte ese día. Estaban destrozados los dos, maltratados, habían sido apaleados después de muertos. El cuerpo estaba lleno de cardenales, estaba sucio porque después de muerto le habían echado soga al cuello y lo habían arrastrado. Eso se me quedó grabado para toda la vida".
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