La proliferación de hoteles y oficinas, junto al descenso del número de habitantes de Barcelona, podría estar dibujando una nueva urbe. Lo que hace poco más de una década se ganó para la ciudad en su frente marítimo con un ambicioso plan que transformó la dinámica y el perfil urbano, parece hoy quedar cortado ante las nuevas perspectivas. En ese marco, el Colegio de Arquitectos de Cataluña ha concedido su medalla de oro a la ciudad.
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