Esta noble profesión, que según Vitrubio se ocupaba de darnos «firmitas, utilitas, venustas» -solidez, funcionalidad y belleza-, languidece inexorablemente. Esta última década ha supuesto la progresiva descomposición de un quehacer que antaño tuvo prestigio y relevancia social. No solo es que el 45% de los arquitectos españoles estén sin trabajo, sino que este ya no será nunca el mismo. La crisis va a darle una estocada final, pero su deceso se fragua desde hace tiempo, el boom edificatorio no hizo más que acelerarlo.
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