No tenía ni nombre, pero sí un diseño ingenioso que, con forma de supositorio, respondía, en principio prefectamente, a su fin: ¿Dónde meto los cinco duros cuando me voy a la playa para no perderlos? Cabían justo. Por supuesto, también cabían billetes, pero quién los tenía.
|
etiquetas: arqueología , playera , playa , cinco , duros