Se sumerge en la profundidad de los tiempos de la historia de la Humanidad la creencia de que el ser humano puede padecer enfermedades infecto-contagiosas por exposición a un ambiente insano. Estas enfermedades se transmitirían por “miasmas” o “efluvios malignos” que se creía desprendían los cuerpos enfermos, las materias corruptas o las aguas estancadas. Los primeros ataques “biológicos” fueron rudimentarios y posiblemente consistieron en emplear cadáveres para transmitir y diseminar las enfermedades.
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