Un joven de 18 años murió tiroteado este viernes en Argelia, en los enfrentamientos entre manifestantes que protestaban por la carestía de la vida y la Policía. Las revueltas en Argelia y Túnez evidencian una profunda fractura social, un divorcio entre el pueblo y el Estado que dura ya décadas. Atenazados por el desempleo, la falta de oportunidades, la corrupción rampante y la ausencia de libertades civiles, los jóvenes se han lanzado a las calles. "No queremos esta vida sin futuro. Este es el único lenguaje que el Gobierno entiende".
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