Ese árbol llamado ginkgo, de treinta metros de altura, tenía al menos 800 años y se consideraba sagrado. La administración del tempo pidió consultas a unos científicos, los que aconsejaron volver a colocar en el suelo las raíces del árbol que habían quedado intactos. Y he aquí que la base del antiguo árbol dio los primeros retoños.
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