Un campesino musulmán reza y pide a Dios: "Señor mío, prefiero que el Ramadán sea como el Mundial de fútbol: una vez cada cuatro años y cada vez en un país diferente". Este es uno de los chistes que va desgranando Paolo Branca, profesor de Árabe e Islamología de la Universidad Católica de Milán, para demostrar que los árabes musulmanes, que el próximo martes empiezan el sagrado mes de abstinencia, se ríen de todo, como cualquier persona. O de casi todo. Dios y el profeta Mahoma son los límites en cuestión religiosa.
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