(C&P) Ilustres cultivadores del género de destrozar nuestro idioma tenemos y hemos tenido siempre. Y no solo me refiero a Jesús Gil y Gil con su “ostentóreo” lenguaje, ni al torero Jesulín de Ubrique, con "En dos palabras: im-presionante". Me refiero al político catalán Joan Pich i Pon (1878-1937), una persona de orígenes humildes y escasa cultura pero que llegó a ser senador, diputado, y Alcalde accidental de Barcelona en 1935 y fue un auténtico portento en este tipo de pifias verbales, conocidas popularmente con el nombre de “piquiponadas”.
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