Hace unos dias una amiga, profesora de secundaria en el canton vecino de Aargau, me explicaba por encima el funcionamiento del sistema de educación suizo. Yo me había quedado en un detalle, un poco como Homer cuando alguien menciona “rosquillas”. Y es que no hablamos de cualquier cosa, sino del sueño húmedo de cualquier estudiante mediocre que se precie: en Suiza la nota mínima para aprobar es un 4.
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