Apple, el gigante de la electrónica de consumo, la segunda mayor empresa del mundo por valor en Bolsa, apenas factura ingresos en España. Y eso no es porque el iPhone o el iPad no hayan arrasado en España. La razón es que su principal filial española, Apple Marketing Iberia, no comercializa productos adquiridos, sino que actúa como mera comisionista por las ventas obtenidas para el grupo, que se facturan desde Irlanda, un país con una fiscalidad mucho más ventajosa para las grandes multinacionales
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