Un hombre fue injustamente acusado de asesinar a una mujer. La condena: la horca. El juez corrupto había preparado dos papeles con la misma leyenda: “CULPABLE” y la pobre víctima se dio cuenta que era una trampa. (...) El hombre abrió los ojos, escogió y agarró uno de los papeles y, llevándolo a su boca, lo engulló rápidamente. Los presentes le reprocharon airadamente. "¿Cómo vamos a saber el veredicto?" El acusado dijo: “Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos qué decía el que yo escogí” y el hombre quedó libre...
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