A la edad de 31 años, Justin Dowswell nunca imaginó que viviría en una habitación compartida en la casa de su infancia. Tenía un trabajo de tiempo completo y bien remunerado en Sídney, Australia. Durante una década vivió alquilado, antes de que una crisis inmobiliaria sin precedentes lo obligara a cambiar su vida y regresar con sus padres. "Es una lección de humildad", dice. Pero la alternativa era quedarse sin vivienda: "Así que soy uno de los afortunados".
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