Los narcotraficantes en su mayoría hombres jóvenes con poca educación y provenientes de esferas económicas no muy privilegiadas, no sólo democratizan el "sueño mexicano" de aprovechar la impunidad, la corrupción y el naufragio del bien común para enriquecerse hasta la ignominia nos muestran cómo sería un mundo en donde las premisas más radicales del ultraliberalismo son interpretadas literalmente. Carlos Slim y el Chapo Guzmán comparten algo más que una página de la revista Forbes: la brutalidad de una lógica económica perfectamente inhumana.
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