En un mundo en que la ciencia médica avanzó a pasos agigantados, hoy día escasean donantes de órganos por un extemporáneo y egoísta apego a la idea de sepultar el cadáver enterito de nuestros seres queridos. Este freno cultural, nos obliga a una reflexión profunda con vistas a asumir conductas alineadas a las nuevas circunstancias y oportunidades. Privilegiemos la vida y no la muerte.
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