Con el reciente ascenso de los partidos antinmigrantes, se produjo un giro. Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia e Islandia quieren detener el flujo migratorio a sus territorios. Ya no quieren ser vistos como amigables con refugiados, ni receptivos a solicitudes de asilo. El aumento de la inmigración en los últimos años ha generado tensiones sociales e impactado los sistemas de bienestar de los países. Asimismo, la radicalización religiosa islámica y el crimen organizado requieren medidas más restrictivas.
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