Dos caminos para obtener un máster. Uno, el de siempre: asistir a clase e hincar los codos. Otro para políticos privilegiados, mediante la ley del mínimo esfuerzo. Tan mínimo como no hacer nada. Ni ir a clase, ni trabajos, ni exámenes. Lo admitió al declarar en el juzgado una de las alumnas VIP y becaria de Enrique Álvarez Conde, director del máster. Tampoco hicieron trabajo final de máster, ni mucho menos lo defendieron ante un tribunal. Algo que sí hicieron los alumnos del montón, aquellos que no gozaban de prerrogativas y que asistieron a cl
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