La perfección no existe, y como sabe cualquier persona acostumbrada a comprar o reservar hoteles por internet, una puntuación media de cinco estrellas sobre cinco, tampoco. Ni siquiera los grandes monumentos de todo el mundo, que suelen rondar algún punto indeterminado entre el 4,5 y el 4,9, se cuenta una pequeña resistencia al pensamiento único, auténticos insumisos de la 'Lonely Planet'. Esa gente a la que le horroriza, pongamos, la torre Eiffel, y que vomita su odio enfurecidísima ante el teclado. Gente pa'tó ha habido siempre.
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