"Marzo de 2014, Rennes, noroeste de Francia, un equipo de arqueólogos trabaja en las profundidades del Convento de los Jacobinos. Acaban de destapar cuatro ataúdes de plomo del siglo XVII, abren tres y dentro encuentran esqueletos, claro. Pero al abrir el cuarto se quedan petrificados: un cuerpo incorrupto de 358 años aparece ante sus ojos."
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