A nadie le gusta equivocarse. No lo hacemos a propósito. De hecho, solemos vivir los errores como experiencias emocionales desagradables. Sin embargo, lo verdaderamente importante no es el error sino cómo reaccionamos cuando nos damos cuenta de que nos equivocamos. ¿Qué hacemos cuando llegamos tarde a la entrevista de trabajo y perdemos esa oportunidad?
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