Nadie duda que nuestro cuerpo necesita comida para funcionar. Somos como una bombilla : entra energía y la convertimos en "luz", que en nuestro caso sería actividad física y mental. Para que no "olvidemos" alimentarnos el cerebro ha diseñado un sencillo sistema que nos recompensa con placer cuando ingerimos comida. Así, tras una comida, el cerebro segrega una orden hormonal que indica al cuerpo que estamos saciados a la vez que hace fluir una serie de substancias opiáceas que nos calman y nos satisfacen.
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