La economía de China sigue tocada. Mientras que medio mundo sube los tipos de interés para domeñar la inflación, Pekín está haciendo todo lo contrario. China tiene un problema mucho mayor que la inflación: el sector inmobiliario (un tercio de la economía del país) se está resquebrajando por varias zonas, poniendo en peligro la estabilidad social. Buena prueba de ello es la rebelión o boicot de las hipotecas, un movimiento que gana fuerza.
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