No es que la alta proporción de gais entre el clero lleve de por si a mayor incidencia de abusos a menores, sino que la omnipresente deshonestidad clerical con respecto a su homosexualidad lleva a una cultura del encubrimiento de la que se aprovechan los que abusan de menores para hacer verdaderos estragos gracias a las posibilidades e impunidad que les ofrece su condición de hombres de Iglesia y al hecho de que muchos de sus compañeros se sienten inclinados a callar y a hacer la vista gorda para no ser a su vez chantajeados...
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