«Arsenio era mucho de decir, «me cago en Dios» y Bebeto era muy religioso y un día nos decía cómo vamos a ganar los partidos si el entrenador está todo el día cagándose en Dios, porque Bebeto era mucho de rezar como Donato. Arsenio tenía mucho arte al decir las cosas. Nos echaba miel en los yogures en vez de azúcar… Estaba pendiente de todo y me dio mucha pena lo que sufrió los últimos años con el tema del Alzheimer».
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