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Grecia casi ha ofrecido un rendimiento incondicional para su rescate financiero, pero Alemania puede que no acepte nada más bajo que una paz cartaginesa. En otras palabras, un acuerdo que no solo fuerce a Atenas a subyugarse, si no que además les humille en el proceso. Este último melodrama, que se juega en Bruselas mientras los ministros de economía deciden si aceptar o no un nuevo rescate a Grecia, parece tener tan poco sentido que resulta difícil de creer que está gente tenga en sus manos el futuro de Europa...
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