La mayoría de los ancianos que salen de Alemania rumbo a Polonia lo hacen ante la imposibilidad de que alguien pueda hacerse cargo de su manutención. El precio de una residencia germana ronda de media los 3.250 euros, mientras que en Polonia los mejores centros no superan los 1.200 euros. Estos nuevos emigrantes son sobre todo personas con enfermedades que las hacen ser completamente dependientes y cuyo gasto médico amenaza con arruinar a sus familiares.
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